martes, 17 de agosto de 2010

DE COMUNIONES Y OTROS COMPORTAMIENTOS

Aquel domingo, en la Misa de la mañana me extrañó la actitud de la gente de los primeros bancos, hasta que vi el agua bautismal al pié del presbiterio, y supuse que se celebraría un bautizo. El sacerdote empezó la Misa dominical y el murmullo que producía aquella gente, ajenos a la Eucaristía, no solo no cesó, sino que, conforme entraban a la Iglesia más invitados que se besuqueaban con los ya presentes, el cuchicheo fue in crescendo animado con niños que correteaban de acá para allá. La celebración eucarística parecía no existir, y tuve que prestar algo más de atención para centrarme en la liturgia y no salir de la Iglesia con las manos vacías. El cura, que dejó para el final el Bautismo, ¿podría haber sugerido a aquellas familias que se sintieran más participes en la Santa Misa como acto previo al bautizo?

Peor ocurre con las Primeras Comuniones en que los invitados acuden a la Iglesia como si fueran al cine. Como han perdido la costumbre de ir a la iglesia, salvo para estas ferias de vanidades, ignoran el respeto debido a la Casa de Dios, y no evitan bullicios como en el cine.

Habría que empezar a enseñar a los padres de los niños que en ambos Sacramentos se recibe una gracia divina, pero para eso hay que creer en la naturaleza del sacramento, especialmente en la Comunión. Aquí los catequistas tienen un trabajo extra para evitar las mascaradas en que se han convertido las primeras comuniones, donde cuenta menos que el chaval reciba a Cristo bajo las especies de pan y vino, que el banquete o el capricho del niño por su regalo preferido.

Dentro de la Iglesia hay tendencia a restablecer una norma de San Pío X fijando la edad de siete años como idónea para recibir el sacramento de la Eucaristía. El niño acudiría a comulgar intacta su inocencia y creería más que es Cristo quien viene a santificarle. Se acentuaría el significado religioso de la Comunión anteponiéndolo a su valor mundano. Si de camino padres e invitados se identifican a fondo con el acto que celebran, algo se habrá ganado.

Y hablando de Comunión, leo en la prensa que mujeres granadinas que sirven en los cultos de la Iglesia, critican al arzobispo de Granada porque ha decidido que estas fieles servidoras no darán la comunión en la Misa del 12 de septiembre próximo con ocasión de la beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire. A Monseñor Francisco Javier Martínez lo tachan de machista; no lo dirán por los cientos de mujeres que se han enrolado a servir en las labores de la Iglesia, incluso en el puesto del sacristán, sin ninguna pega. Alguna aconseja acudir al Instituto de la Mujer, a no se sabe bien qué.

Está establecido que los seglares repartan la Sagrada Forma cuando no hay suficientes sacerdotes o diáconos, y en una ceremonia de Beatificación no parece que sea el caso. Las promotoras de esta pataleta tan pueril, deberían saber que las normas de la liturgia no son acomodaticias según el capricho de cualquier persona o grupo. El ejemplo que dan no es muy edificante; más parece un afán de protagonismo en día tan señalado.

Esta serie de comportamientos no son casuales. Responden al influjo del lado más malicioso de la modernidad inoculada en el seno de la Iglesia por quienes viven sin convicción el cristianismo e incluso pasan de él. Y contra estas corrientes hay que oponer la fe en Cristo como don de Dios, y su doctrina escrita en los Evangelios.

sábado, 7 de agosto de 2010

BENDITA LA MAÑANA...


...que anuncia su esplendor al Universo.

"Dijo Dios ¡Haya luz!" y hubo luz.
Vió Dios que la luz estaba bien, y separó la luz de la oscuridad".