viernes, 30 de noviembre de 2012

Carta a Robledillo 30 de noviembre de 2012.

Estimado Robledillo:

Como en tu reciente carta me cuentas travesuras de tus nietos, te voy a contar algo de los míos que, aun siendo más pequeños, ya apuntan maneras de traviesos, propio de su edad.
Sabrás que tengo dos nietos y tres cuartos de otro,-o sea casi tres,- pero iba camino de un cuarto que, por causas que solo Dios sabe, se frustró a las pocas semanas y no llegó a ver la luz del Sol. El “pequeño Angel”, como lo he bautizado en mi fuero interno, espero que “viva” donde la claridad es permanente, y que nos haya cogido la delantera, cosa que me consuela.  

La que hace número tres, -pues es una niña-, nacerá cuando 2013 lleve recorridas unas cuatro semanas, y será entonces cuando los abuelos, los tíos y demás familia, de acuerdo con la rutina del momento, le sacaremos parecido con la madre, o con la abuela, o incluso con el padre…
De los otros, Pablo es el mayor con tres años, y ya va al Colegio. Le sigue su prima Myriam, que desde octubre va a la guardería. A los dos los “madrugan” sus padres para dejarlos en el Cole o en la guardería, mientras papás y mamás van a sus respectivos trabajos. Lo mismo que les pasa  a casi todos. A esas edades yo iba a la escuela de Doña Felicidad, sin madrugar claro, con un babero para no mancharme y así empecé a conocer las primeras letras y los primeros números, y a rezar, cosa que hoy no se lleva. Cómo ha cambiado el modo de vivir.

Un día estaba Pablo sentado en la salita de casa y le dio por apagar y encender la luz. Le insistí para que no lo hiciera y como no hacía caso, retiré la silla donde estaba lejos de la llave de la luz, y… ¡cómo se puso! Alzó la voz y con su media lengua empezó a regañar. Le oí decir que me fuera a la pared a pensar. ¿A pensar? Resulta que cuando en el Cole se pelean, “la seño” los manda “a la pared a pensar” como si fuese un castigo. Me dije: Algo no casa bien, ¿un mocoso de tres años asocia el castigo con pensar? Y a esa edad, ¿en qué puede pensar el crio?  A nosotros nos ponían de cara a la pared y eso era leve; si contara lo de la vara de Don Diego, o los pescozones del Hermano José en el Colegio por no saber el teorema de Pitágoras, más de uno se escandalizaba.
Myriam se enrabieta mucho cuando están sus padres y chilla como una condenada, pero es más pacifica si se queda sola con nosotros. Si está de “buen humor”, en cuanto oye música se pone a bailar a su aire y le salen las gracietas. Como buena señorita, es muy cariñosa.    

La otra tarde alguien dijo algo de la Navidad y le pregunté a Pablo si sabía lo que era la Navidad. Me contestó que eran las luces y Papá Noel. Conseguí captar su atención unos segundos, y le expliqué que la Navidad es una fiesta donde nace el Niño Jesús. Aunque estaba en sus juegos creo que se lo aprendió, veremos cuando se lo pregunte otro día. Insistiré de nuevo cuando montemos el belén, para que cuando tenga un par de años más no diga que la Navidad son las luces del Corte Inglés…y los regalos.

En fin cosas de los nuevos tiempos, donde los críos perciben lo que ven en los mayores para quienes la Navidad es sinónimo de regalos, de compras, de comer y beber, desvirtuando su auténtico significado. Que lo pases bien.