jueves, 15 de marzo de 2012

Carta a Robledillo 15 de marzo de 2012

Estimado Robledillo:

Cuando el telediario daba la noticia de que la niña de Baeza que denunció a sus padres por no dejarla salir de noche había huido del centro de menores de la Junta de Andalucia, me acordé de las veces que hemos hablamos sobre la familia actual. Luego oí que la Guardia Civil la había encontrado, y en la misma radio le hicieron una entrevista al padre y se notaba el hombre con una sensación de alivio porque “el angelito” había aparecido.

La alegría de padre me recordó la parábola del Hijo Prodigo, y aunque no seas muy de evangelios, supongo que sabes a qué me refiero. El hijo que se fue de casa, se gastó sus ahorros en juergas, y harto de la buena vida y sin un céntimo volvió a casa donde el padre lo recibió con regocijo, hizo una fiesta en su honor y le perdonó su huida. El padre de Baeza está contento por saber que su hija –la denunciante- está bien, pero la ley le impide abrazarla. ¡Qué triste! Menudo papanatas el que se inventara esa ley. Sería un “progre” amargado y resentido que no sabe cómo funciona una familia y cómo reaccionan un padre o una madre ante cualquier eventualidad de sus hijos. Tampoco creo que supiera lo del Hijo Prodigo.

Tal como hablamos alguna vez, los padres de una buena familia nunca van a engañar a sus hijos. Y los hijos han de fiarse de los padres y tienen que ser conscientes que les desearán lo mejor o lo más conveniente. Así me lo inculcaron desde pequeño en la escuela y en mi familia. Ahora los modos educativos han cambiado, creo que a peor, pero los hijos deben saber que los padres son sus mejores fiadores para lo bueno y para lo malo, aunque tengan que oír un no en alguna ocasión, como la niña de Baeza.

Y tú dirás, pero ¿los padres de ahora educan bien a sus hijos? Pues me pillas en un renuncio como decimos por aquí, pero si te soy sincero te diría que no. La vida actual no es como la nuestra. Como ambos trabajan y solo viven con los niños un par de horas al día, sin querer, se les crea mala conciencia y en el poco rato que están con ellos son incapaces de negarles nada. Como tampoco se fían del ambiente que les rodea, los protegen demasiado y apenas los contrarían. Así que salen respondones y en el peor de los casos denuncian a sus padres como la chavala de Baeza.

Y ¿hay solución? Creo que cambiar el horario de trabajo ayudaría. La jornada laboral debería terminar a las 6 de la tarde, y así los papás y las mamás podrían estar con sus hijos más tiempo. Pero como la familia la tienen olvidada los políticos, veo difícil que se haga. Una pena.

Bueno te dejo que ya me he enrollado mucho. Saludos