lunes, 9 de julio de 2012

Carta a Robledillo 9 de julio de 2012

Estimado Robledillo:

Te escribí el día que la Selección de Fútbol se enfrentaba a Italia en el primer partido de la Eurocopa 2012. Quien iba a decirnos que los mismos equipos serían los finalistas y que seríamos  campeones. Aunque no seas futbolero, supongo que verías la final y los cuatro goles que les metimos a los italianos, que días antes habían vapuleado a Alemania. No sé en el pueblo, pero aquí, el domingo de la final, se creó un ambiente de camisetas rojas que hasta los autobuses eran gratis si vestías la camiseta de la selección española. Por cierto, lo de llamar “la roja” a la selección no me gusta. Un amiguete me mandó un correo electrónico que decía que, aquí la únicas rojas eran Dolores Ibarruri y Pilar Barden. ¡Ja ja!

Al final se desató la euforia de cohetes, bocinazos, banderas etc. y vivas y vítores a los héroes: entrenador, futbolistas... y a la copa, el anhelado trofeo. Oí o leí algunos comentarios de la gente y los hay para todos los gustos.

Uno de ellos preguntaba “¿Qué pasaría si se trasladara la dirección del equipo de futbol al Gobierno?” y él mismo respondía que “Un presidente como del Bosque y unos ministros tan profesionales como los futbolistas podrían tener buenos logros, porque son líderes que hablan poco y hacen lo que deben”. A un argumento tan simplón contestaría que tan “profesionales son, y hacen lo que deben”, los cirujanos que operan a un paciente; los ingenieros que construyen una refinería; los músicos que interpretan una pieza clásica; o los investigadores que descubren avances de la Ciencia, pero como sus éxitos no son tan sonados, nadie dice de llamarlos a formar el Consejo de Ministros. El comentario demuestra la escala de valores que tenemos.
Otro, algo más sensato se interrogaba “España, potencia deportiva, ¿y ética?” Decía alegrarse de los éxitos deportivos en futbol, golf, tenis, ciclismo etc. pero hubiera preferido regocijarse por no estar entre los países con un índice de corrupción tan alto. Le producía sonrojo vivir en un país con tanto corrupto en muchas instituciones. Razón no le falta. Noté lo mucho que cala la   corrupción en la gente, porque hay que ver cuánto se ha robado de las arcas del Estado.

Ahora nos toca pagarlo a ti y a mí. Vale que el Gobierno suba los impuestos porque la caja está vacía, pero debía prestar atención a las cosas menudas que cabrean más a la gente, como que suba la gasolina, la luz, el gas, el pan, el pago de las medicinas, y ahí el Gobierno patina y no anda fino.  
Bueno te dejo, que me estoy mosqueando yo solito.