Aunque ni a ti ni a mí nos mola –versión chic de “nos
gusta”- hablar de política e islas adyacentes, sabrás lo del intento de la
presidente del Congreso (lo de presidenta lo veo fatal) de que los Plenos empiecen
a las tres de la tarde, y no a las cuatro, para acabar antes y procurar la
conciliación de la vida familiar, otra de las frasecitas que dan dolor de estomago.
Habrás visto que en el primero de los convocados a esa hora el pelotón de
diputados ha sido exiguo porque como ha dicho uno, y aquí viene lo bueno, a las
tres de la tarde estaba comiendo en casa y conciliándose con un puro.
Sinceridad no le falta al gachó, como tampoco le sofoca su absentismo laboral,
pero cobra por eso y así vamos.
Para que los currantes lleguen a casa a las seis de la
tarde y disfruten juntos en familia: papá, mamá e hijos, se me ocurre que la ministra
hable con el que manda en el Cortingles y le pida que abra a las 9 de la mañana
y cierre a las 9 de la noche, y haga lo mismo con el de la tele, que ponga el
telediario a las 8 de la noche y el programa chupi acabe a las once. No se
necesitan ni plenos, ni comisiones del Congreso, solo un par de llamadas del
móvil. De ese modo el comercio abriría como el Cortingles y con lo de la tele
nos iríamos pronto a la cama sin dejar de ver la emisión favorita. ¡Ja, ja, ja!.
Verás cómo para esa simpleza montan una comisión que se tira un año conciliando
informes, estadísticas, ecologismos, cambios climáticos y demás barahúnda para
acabar a ver lo que dicen las directrices del Consejo Europeo. Y por eso
cobran. ¡Toma ya!
Ahora agárrate. Otro problemón. Me cuenta un amigo del
país Valenciá que unos vecinos han denunciado a las campanas de la Iglesia de
San Nicolás por contaminación acústica, y el alcalde ha ordenado a las campanas
que no tañan en virtud del informe emitido por el Servicio de Calidad y Análisis
Medioambiental, Contaminación Acústica y Playas, que ha dictaminado (casi nada) que el ding-dong es contaminante.
Ya mismo denuncian a párroco por contaminación visual por llevar sotana negra. Me
quedo perplejo. En una región donde los cohetes, los petardos y las tracas son
el pan nuestro de cada día, que con su estridente ruido destroza tímpanos y decibelios,
esto es una coña marinera salvo que, tal como lo pienso, se trate de fastidiar
a la Iglesia. Una cosa que se arregla hablando con el cura para que pare los
toques a ciertas horas, pues no; hay que montar un informe urgiendo su
“suspensión inmediata” porque el Servicio está para algo. Y por eso cobran.
Añade el amigo que la iglesia es Monumento Histórico Artístico Nacional desde
1981, que si no mandan derribar el campanario. Los hay ceporros.
Te escribo mientras oigo el títere montado por unos mandamases catalanes citados
por un juzgado por desobedientes. Según el
locutor, el 9 de noviembre de 2014 hicieron una consulta para independizar
Cataluña del Estado Español (España cuenta poco), cosa que había prohibido el
tribunal de no sé qué, que con el ruido del aspirador de mi mujer no he oído bien.
Si no obedecieron entonces, digo que porqué han esperado más de dos años para ponerlos
cara a la pared, que nuestras madres lo hacían con nosotros antes de que
cantara el gallo de la vecina si nos pillaban haciendo travesuras. Ahora, dice el
locutor, van saludando a sus partidarios y ya llevan media hora de retraso. ¿Les
regañará el juez por llegar tarde a la cita como le pasó a un compañero que fue
a un juzgado a declarar por cosas del tráfico, y el juez le puso cien pesetas
de multa por llegar tarde? A este le dijo que por desacato, pero verás como a estos
ni les rechista.
Otro día te diré algo de eso de los “vientres de alquiler”, cuando me
entere, que de las modernidades sé tanto como tú, más bien nada.
Adiós y cuídate.