Una carta de nuestro
amigo Antonio, el menor de los Ramblas, en la que me escribe de vuestro
encuentro, con el botijo en ristre, me ha dejado con la miel en los labios,
porque –dice- que en otro momento me hablará de Pedro Sánchez, el político lidereso
made in camisa blanca, y eso me escama. No sé si Antonio, el menor etc. etc.,
quiere ilustrarse sobre el “prenda” este que quiere cambiar la Constitución
para que España sea un estado federal -¡qué perra ha cogido el gachó!- que digo
yo que, ya puestos y por el mismo precio, dé un paso más y puesto que una nave
de la NASA ha llegado a Plutón, ¿por qué no un estado sideral, el sumun de los
Estados, y que la ciudadanía pueda circular montado en `drones` inter-planetarios
sin tasas aduaneras?. A eso me punto, ¡fuera fronteras planetarias!
A este mozo,
de tan poco fuste y mucha labia, le diría una cosa y le pediría otra. Mira
chaval, -le diría- nos pasamos la vida a bastonazos unos con otros por la
(des)gracia de personajes de ombligo estrecho cuya única historia que conocen parece
de mentirijillas. Oye guaperas con el federalismo ¿qué vas a arreglar? Deja en
paz la Constitución y aprende a sacarle todo el jugo posible, como los
franceses que llevan desde 1958 con el mismo Texto Legal, o los “indios” de USA
que la tienen desde 1787 y se la saben de carrerilla. Y del Reino Unido ni te
cuento: No tiene ninguna y maldita falta que le hace; solo tiene leyes, sentencias
judiciales y formas de vida y tan felices.
Por si no me hace
caso, que es lo que espero, le pediría una explicación de andar por casa para
que los escasos de lustre, como tú y yo, entendamos del tirón las ganas de
enredar que tiene, sin que esconda riesgos, aunque colijo que el ´cambio´ que haría
(llevo oyendo esta palabra desde que en 1808 Daoiz y Velarde dijeron a los
franchutes que de cambio nanay) sería la obligación de llevar camisa blanca y
la abolición de la corbata, porque como lo demás no cuenta para nada, para que tocarlo.
Eso sí, aumentaría la producción de camisas blancas, y así uniformados nos tomarían
por camareros.
Otros que
hacen de su capa un sayo, aunque sea con un retal, son los del bando opuesto.
Para tener contento al personal han abierto la cueva del tesoro, han destapado el
cofre del parné y se han puesto a repartir eurillos para que este verano tú y
yo tengamos para dos “convidás” sin tener que pedirlas “fiao” en Ca´Juan. Si tu pensión sube 5 euros y con otros 5
de la mía, ya tenemos para una ración de boquerones en aceite.
Pero si con solo esto, que no es malo, los del bando opuesto creen que van
a camelarse al personal, aviados están por muy temprano que se levanten. Un
amiguete me ha dicho “menos números y más ideas”. Se le soltó la lengua y aclaró
que si no espabilan y se ponen las pilas de los principios de humanismo
cristiano, el fervor de los eurillos volará como el humo, porque muchos queremos
más proximidad con el prójimo, más defensa del bien común, más justicia y menos
regates a la Constitución y más firmeza que, con menos de cuarenta años, está como
moza de buen ver. Si hacen esto, como dice el amiguete, yo me dejo de “drones”
y monto en globo. O sea, que ahora toca ir al rescate del sentido común.
Y luego está el resto, el gremio de charlatanes de tópicos, algunos tan
antiguos como el candil de aceite, que, con un par de palabros de uso
obligatorio, “calidad y sostenible”, hablan como doctos en ciencia infusa, pero,
o no dicen nada o solo obviedades, como lo del Programa de Impulso a la
Construcción Sostenible de nuestros gerifaltes, que hay que ser gaznápiro. Oye,
cuándo hiciste la casa donde vives desde hace cincuenta años, ¿la construiste
sostenible o no? ¿O es que antes las casas no se sostenían? De lo que no dicen
ni pio es lo insostenible que resultan los impuestos que pagamos por tener una
vivienda “digna”, como dicen ahora, y no como el puente donde vivía Carpanta. También
han reinventado el transporte sostenible, o sea la bicicleta, que era poco
sostenible porque más de una vez me tiró por los suelos. Como no tenía frenos,
para frenarla apretaba el pié sobre la cubierta y más de una vez metí la
alpargata entre los radios, y zas ¡tierra! y desollón. Como la bici es de
tiempos del dictador a lo mejor le aplican la Memoria Histérica y la quitan, y
lo mismo podrían borrar la Seguridad Social y el tren Talgo, de la misma época,
a poco que se les ocurra, aunque creo que lo que quieren es resucitar a Franco para darle masculillo.
Como con la caló se ha salido la tinta del bolígrafo, otro día te contaré
lo de las “nacionalidades hispánicas” a cuenta del cambio climático.