jueves, 2 de julio de 2015

Carta a Robledillo 2 de julio de 2015

Estimado Robledillo:

Hablan en la tele, y no paran, de una ola de calor, la primera del verano, y lo explican con mapas de colores amarillos, naranjas y rojos para molestar al prójimo que somos tú y yo con el invento de las alertas, que es lo más moderno que despachan en la tienda del clima, ahora llamado climatología que farda más. Recordarás que mi primer empleo fue en Sevilla y en el primer mes abril, cuando me quejaba de “la caló”, los sevillanos decían, “Ya verá usté en julio y agosto” (entonces se hablaba con el usted por delante), “ya será menos, pensaba yo”, y ¡vaya si lo vi y lo sudé! Entonces, lo mismito que ahora, hacían 40º a la sombra (“de los pinos”, dice la canción) y Écija, con tantas torres como casas, era la sartén de Andalucía, pero con el botijo a mano se pasaba el verano, que es estación con el horno de leña a tope en el hemisferio norte desde que Sol empezó hacer de Sol. A los gachós de la matraca de las alertas los ponía yo a segar de sol a sol como hacían mis abuelos en el campo para que vieran lo que es hartarse de calor.

Quien entiende bien eso de no pasar calor son los nuevos lidereses políticos Pedro Sánchez, el guapo que le dicen,-buen mozo-; y Pablo Iglesias, pablemos que lo llaman otros, de peor hechura. Los dos visten camisas remangadas de colores claros para hacer la política del “lava más blanco” sonrisa incluida, procurando no manchar su impoluta camisa. De esta guisa estos nuevos apóstoles, que no creen en San Pedro y San Pablo, “venden” un futuro paradisiaco, no el Edén de Adán y Eva en el que no creen, ni el de las Huríes de Mahoma, que tampoco creen, sino el de Alexis Tsipras, -otro de camisa blanca- junto al Partenón griego, si antes no se les cae, pues anda algo desmejorado. Prometen que habrá calderilla para todos, abanicos para el verano, braseros de cisco para el invierno, coches de gasógeno, patatas asadas en el horno de la Herminia, sardinas de la Prisca, leche de cabra, pan candeal, películas toleradas, garbanzos torraos, alpargatas de cáñamo y polos de limón para los más pobres. Todo a base de una economía basada en la moneda única, el real, invento patrio, dejando el euro y demás gaitas para la Merkel, que con su pan se lo coma. ¿A qué te suena todo esto?

Sigue leyendo. Hace tres años unos tíos de cabezas privilegiadas y muy premiados ellos,  auguraron que España estaba al borde del rescate, vaya que estaríamos como hoy la Grecia del Syriza, el partido gemelo del Podemos, el que tú llamas “chiripa”. Siendo de mentes tan lúcidas, los muy doctos ni se acercaron a Madrid, que a lo mejor no saben dónde cae, y lanzaron sus conjeturas derrotistas desde mucho más allá de los Pirineos. Como los tales ignoran como se las gasta el macho ibérico cuando ve los cuernos al toro, -con capote de grana y oro-  y están pez en lo de “meter la pata hasta el corvejón”, sus proclamas resultaron tan equivocadas como Judas cuando cambió la seda por el percal. Los pobrecillos metieron el remo hasta la entrepierna.

Resulta que uno que venía del Noroeste con chaqueta y corbata, un gallego más soseras que un saco de croquetas liquidas (made in Ferrán Adrià), de discurso ovejuno, sin pizca de gracia pero un tío de hincar los codos, y con los pies en la arena del ruedo ibérico, ha conseguido doblar el pulso a los reputados agoreros de diagnósticos tan fantasmas como ellos, y mira por donde ahora estamos con las maletas a punto de vacaciones con dinerillo fresco en la cartera, sin más preocupación de lucir moreno de playa a la vuelta. Dirás que lo del gallego ha sido a costa de nuestro bolsillo, vale y muchos lo habrán pasado mal, pero esto prospera y que siga así no sea que venga uno de los nuevos caudillos con su odio a espuertas, sus rebajas y su paraíso de chichinabo y lo estropee.    

Verás que me ha salido una carta “a la griega”. Será que he pillado un virus tertulianitis en la tele, ese sitio de las gachises del tiempo moviéndose como maestras antiguas en la pizarra para decirte que en verano hace una caló sofocante y asfixiante. Y hasta cobran por eso.

Espero verte pronto para tomarnos unas cañas en Ca´Juan, pero cada uno paga una ronda.

1 comentario:

  1. Amigo Pepe:
    Hace unos días estuve en nuestro pueblo y contemplé, atónito, una estampa mismamente sacada de los años cincuenta. Nuestro ya común amigo Robledillo, en “mangas de camisa”, blanca e impoluta, sentado en rústica silla de anea, meditaba, así me lo pareció a mí, con un ojo en somnolencia y el otro puesto en el botijo, seguramente “por si las moscas”. Daba la impresión de no haber visto el telediario, donde habían asegurado que venía una “ola de calor” de “tres pares de pantalones”
    “Este hombre no coordina”, pensé. Hablamos un rato -a mí su nieta me sacó otra silla, pero “murciana”, no sé por qué- y comentamos tu última carta.
    Visto del modo que tú lo explicas y a poco que uno recapacite, por duro de mollera que sea, se da cuenta que llevas más razón que un santo, porque calor, lo que se dice calor, ha hecho siempre; que yo recuerdo un viaje de estudios con mis alumnos en el que a la vuelta de Portugal “paramos” en Sevilla. En la Plaza de España me negaba a bajar del autocar: ¡Se asaban las palabras!
    Al hilo de tu carta, hablamos de las trillas en la era de mi abuela, que Robledillo recuerda muy bien. Aquellos hombres, entre ellos mi padre, sudaban y jadeaban lo que no está en los escritos bajo aquel sol de justicia, que caía sobre ellos como una maldición bíblica. Yo, un “criajo”, pensaba que ni en las calderas de Pedro Botero, avivando el fuego con catorce “pavas” -ya, por aquel entonces, era un número a tener en cuenta- serían capaces de alcanzar semejantes temperaturas.
    Pero es que por aquellos días se vivía como normal lo que ahora es motivo de serias y graves disquisiciones. ¡Qué le vamos a hacer!
    El tema de la actual situación de Grecia es como para dejar boquiabierto al más pintao. Uno, que tampoco es que haya estudiado económicas -ni me pesa, que diría Camporreondo-, ve la cosa con la simpleza del neófito en la materia, pero con el sentido común que la vida diaria demanda. Así lo resumo: Estoy pasando una “mala racha” y mi vecino José que es hombre de “posibles”, me echa una mano prestándome un dinero para cuando “esto se enderece” -que dicen que decía el Cándido- devolvérselo. Como tengo dinero fresco -y es que el parné tienta al mismísimo diablo-, vídeos, consolas, ordenadores y teléfonos de esos que llaman de última generación, “a porrillo”, porque mis hijos no son menos que “naide”. Cuando tengo que empezar a devolver el dinero a José, resulta que de común acuerdo con los míos decidimos no hacerlo porque nosotros “semos soberanos”; pero eso sí, exigiéndole a José que siga dándonos jurdeles para que “yo y los míos” no pasemos fatigas, ya que de no hacerlo, para mí, otro de la Loma, dos del Pueblo y otro del Barrialto José será un usurero sin escrúpulos, un “capitalista” impresentable y un muñidor de torticeros embelecos. ¡Mester ver!
    El tema de nuestros inefables “podemitas” no cabe en una carta. Es como para echarse a reír si no fuera porque, adentrándose en su esencia, es para echarse a llorar. Sus primeras actuaciones, ahora que tienen “poder” son reveladoras. Mi amigo el “Arrancao” me ha traído un romance glosando las “cosas” del tal Zapata, la “chica portavoz” -de Madrid, porque la de Barcelona es punto y aparte- y doña Manuela, que él ve “algo distraidilla”, y que no te mando por no cansarte, que ya veo en lontananza las primeras casas de Quintanar de la Orden y no quiero “briegas”.
    De Pedro Sánchez hablaremos en otro momento, que ahora estoy como “ennortao” sin saber por dónde meterle mano -no al Pedro, ¡por Dios!, al asunto-.
    Un abrazo de tu amigo Antonio el menor del Ramblas.

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