miércoles, 5 de marzo de 2014

Carta a Robledillo 5 de marzo 2014

Estimado Robledillo:

En la última carta que te escribí te hablaba de la boda de un sobrino pero, como te gustan mis andanzas, hoy te cuento mi último viaje, esta vez a Puente Genil que, sabrás, es un pueblo de Córdoba bien dotado económicamente.
 
Hace quince días cogí el portante y me fui a un Congreso de Cofradías de Jesús Nazareno que se celebraba allí. Como conoces mi querencia a todo lo que huela a marabullos y capirotes, no te extrañará, y más si se habla de Jesús Nazareno, que es mi patrón cofrade. Casi nada.

Fui en plan de cofrade raso, aunque llevaba colgada la medalla de mi cofradía para fardar. Cuando nombré el lugar de procedencia, al oírlo, alguien soltó “¡Ah, la Pequeñica!”. La exclamación me infló como un pavo real, y no disimulé un ligero orgullo. Me colgaron una tarjeta con el nombre para identificarme, pero en el aire quedó flotando La Pequeñica. ¡Bendita sea! Como allí no era lugar para Virgen, y que no me tomaran por intruso, aclaré que pertenecía a la Cofradía del Nazareno cargado con la Cruz de mi pueblo.
 
Como un congresista más, me acomodé en el teatro donde se desarrollaron las sesiones, cogí un folio y empecé a tomar notas sueltas con atención. Al cabo de un rato de oír a los ponentes disertar sobre la figura del Nazareno, de las diversas formas de representar los pasos de la Semana Santa, de cómo surgieron las procesiones, de lo que significa para el pueblo llano esa religiosidad, o de las costumbres de cada lugar, todo muy documentado, empecé a pensar en el déficit de cultura cofrade que tengo. Aprendí que la Semana Santa es algo más que llevar la túnica y el capirote el Viernes Santo. Fíjate que la víspera estuve tentado a no ir, lo que me hubiera perdido. Tú dirás que soy un vehemente empedernido de este tema, me llamarás “exagerao”, pero es que entre tú y yo hay una diferencia: Mi Semana Santa es el recuerdo de algo inaudito que pasó hace veintiún siglos, algo que cambió la historia; tu Semana Santa es más cómo suena la música, el arte de los tronos e imágenes, o el ambiente de la calle. A tu idea le falta enjundia, también a la mía, lo sé y lo reconozco. Me queda el buen sabor de que los dos creemos en la misma esencia.

El programa incluía la visita a iglesias sedes de las cofradías locales. En ellas nos explicaron su historia; admiramos las Imágenes de hermandades; cantó un coro de hombres; se rezó el Ángelus; y finalmente subimos al Santuario de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que es el Patrón de Puente Genil y Alcalde Perpetuo. ¡Qué diferencia, entre este pueblo y el mío! Pensé en esa Imagen, Patrón y Alcalde Perpetuo de este pueblo, y en el mío, que no hay manera de tener una simple calle dedicada a Jesús Nazareno, y eso que el Ayuntamiento la aprobó hace años. El recorrido fue una lección de arte sacro bien aprovechado
 
La caminata abrió el apetito a más de uno. Sirvieron la comida en un gran local propiedad de la cofradía anfitriona, en cuyas paredes no cabía un alfiler con tantos cuadros de pinturas y fotos de sus recuerdos. En la mesa estuve rodeado de cofrades de diversos sitios de España, entre ellos un joven matrimonio de Cuenca. Las charlas giraron sobre tradiciones locales en Semana Santa. Yo hablé con el de Cuenca del vocabulario del pueblo: nombré las palabras marabullo y manola, algo que le era extraño: pero tomó nota. Él destacó la Música Religiosa en la Semana Santa conquense, conocida internacionalmente. El primer plato fue un cuenco de cocido con garbanzos y el segundo fue una carne de solomillo de cerdo, apto para mantener en forma el colesterol, como a ti te gusta. Si llega a ser Viernes Santo hubiéramos tenido que ir derechos al confesionario a rezar el Confiteor Deo y el Mea culpa.

Luego nos llevaron a una exposición de Arte Cofrade donde vimos enseres, túnicas, pinturas, fotografías, títulos, patentes, y otros bienes de la Hermandad del Nazareno. ¡Qué riqueza!
 
Aquella noche di muchas vueltas en la cama. Soñé con Nazarenos por todas partes, unos con mejor pinta que otros, no sé si por efectos del cocido o por lo mucho que lo mencionaron. El caso es que salí satisfecho por lo aprendido y por el buen recuerdo. 

En la próxima ocasión, si es que llego a tiempo, te avisaré por si quieres acompañarme, porque merece la pena y por si hay lugar a darle gusto a tu colesterol.

Cuando me contestes cuéntame cómo lleva tu nieto su primer noviazgo. Hasta otra.