miércoles, 28 de julio de 2010

ÚLTIMA HORA

“Los pisos siguen bajando y ya nadie puede vivir en un quinto”

“Un caníbal denuncia a la Cafetería de su pueblo por no ofrecer comida vegetariana”

“Hace unos días un reportero de ‘El programa de verano’, desplazado a un pueblo donde había fallecido un joven, soltó: ‘Aquí, una persona ha perdido completamente la vida’

“En un centro comercial al lado de Manchester han quitado dos tazas de sus retretes y han dejado solo el agujero en el suelo para que los inmigrantes de Pakistán se ‘sientan’ como en casa”. (¡Vaya como aquí después de la guerra!)

lunes, 26 de julio de 2010

CAMINO

En este 2010, se celebra el segundo Año Jacobeo del siglo XXI.

Por encima de su carácter cultural o turístico, está la dimensión espiritual de la peregrinación a Santiago de Compostela, pues, al igual que Roma y Jerusalén, hunde sus raíces en la Palabra de Dios.

Santiago el Mayor, hermano de Juan, hijos de Zebedeo, fue uno de los apóstoles más activos de Jesucristo. Antes de su martirio en Jerusalén, se sabe que “predicó en los confines de la tierra”. San Isidoro de Sevilla atestigua que “predicó en Hispania”, y en el 786, en los códices que figuran en el monasterio de Liébana, se elogia a Santiago por haber anunciado el Evangelio en España.

El descubrimiento del sepulcro del Apóstol se remonta al 820, cuando el obispo de Iría Flavia, Teodomiro, lo situó en el lugar que acabaría llamándose Compostela, “campo de estrellas”. Desde entonces las peregrinaciones de muchos visitantes a este lugar fueron en aumento. Mucho después, en 1884, León XIII, en la bula Deus Omnipotens, dio por finalizado el proceso de autentificación de las reliquias, concluyendo que para la Cristiandad la peregrinación a Santiago es tan importante como las Jerusalén y Roma.

El Camino es una forma de superarse para ir más allá, para subir más alto, y escapar de la rutina. Si atendemos la cita Evangélica “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”, la peregrinación a Santiago haciendo el Camino y visitar la tumba del Apóstol, ayuda a recordar el destino universal del Evangelio, y es el instrumento imprescindible para alcanzar los otras dos pilares, la Verdad y la Vida.