No creas que me he olvidado de felicitarte
en estas fechas, pero cogí carrerilla mandando correos a los amigos por
Internet y he descuidado a los que escribo renglón a renglón. De momento aquí
llevas mi felicitación de Navidad y de Año Nuevo para que te llegue antes del
fin del mundo que anuncian los periódicos cuando no tienen cosa mejor que
escribir. Para mí que el fin del mundo queda lejos pero… ¡mejor leer el Apocalipsis
para darnos una idea!
No te mando tarjeta de Navidad, o
sea un christma dedicado, porque envié uno a otro amigo y me devolvieron la
carta por franqueo escaso en 30 céntimos. Tuve que ir a correos a reenviárselo
y pagar los 30 céntimos, ¡que ya está bien! Era una tarjeta con motivos navideños,
no esa moda de la foto de los nietos con dedicatoria como si los críos supieran
de dedicatorias. Los padres de ahora se empeñan en hacer adultos a sus hijos,
como si no les quedara tiempo para hartarse de ser mayores. De pequeños
nosotros éramos más chiquillos; siempre jugando en la calle. Eso sí, hacíamos
la pascua pero no la felicitábamos.
Otra cosa. Como estoy tentado por
la red, o sea Internet, me he hecho una cuenta en Twitter, una de esas redes
sociales en la que cada cual escribe las ocurrencias más dispares para
airearlas al espacio y las pueda leer un canguro de Australia, por ejemplo. Nos
hemos acostumbrado a contar cosas nuestras sin más compañía que la soledad del
ordenador y se ha perdido la charla cara a cara con el amigo o confidente que
compartía tu inquietud o daba respuesta inmediata a tu preocupación. De
estudiante nos reuníamos un grupo de amigos los domingos por la tarde en alguna
cafetería para dialogar y vernos las caras, lo que resultaba reconfortante, y
no te cuento cuando “me eché” novia que aprovechábamos cualquier rato para hablar
y conocernos. Ahora van las parejas hablando cada uno con su móvil ignorando a
quien tiene a su lado. Solo paran para “morrearse”, luego siguen escribiendo
SMS pero no se dicen ni mu.
Te decía lo del Twitter porque la
cuenta te pide que escribas tu perfil, que para que lo entiendas es lo que
siempre se ha llamado curriculum. No he puesto nada porque con una vida tan
larga no me cabría, pero he pensado resumirla en las tres reglas o principios
que me has oído muchas veces, que son: Regla primera: Cuando “soy de letras”, y
escribo algo, lo hago con “sujeto, verbo y predicado” como enseña la primera
lección de la Gramática. Regla segunda: Si me cambio a “ciencias” me inclino
por la proposición que dice “la línea envuelta es menor que la envolvente” en
vez del famoso teorema de Pitágoras. Esto es de Geometría. Y como soy algo creyente
que miro a lo Alto, la Regla tercera dice “El principio de la sabiduría es el
temor de Dios” que es un versículo del Salmo 110 que luego sigue “tienen buen
juicio los que lo practican” pero hasta ahí no llego. Con letras, ciencias y espíritu
tengo resumida mi vida, con permiso de mi mujer.
Bueno amigo, la cercanía de la
Navidad sirve para felicitarnos, para contarnos algo y para darnos un abrazo.
Ahora voy a cantar villancicos con los nietos.