Hoy estoy un poco malhumorado porque llevo más de media hora al
teléfono intentando una cita médica –en Hospital privado- pero me he rendido
harto de oír la misma grabación, “Todos nuestros agentes están ocupados”,
repetida doce veces, y sin poder concertar la cita. Como conozco el paño, sé
que “todos los agentes” se reducen a una señorita que atiende el teléfono y a las
visitas que van al hospital por diversos motivos. Con el paro que hay, en vez de
poner otro agente como le llaman, el sistema coloca una trinchera tan moderna como
poco eficiente.
Esto me recuerda que, hace cincuenta años, María, la telefonista que
manejaba la centralita del pueblo cuando los teléfonos eran de manivela decía,
“Hay demora”, frase que repetía como un loro cuando pedías una conferencia con
el pueblo de al lado. Entonces podías desahogarte con la telefonista la larga
espera, pero hoy no puedes regañar al dichoso artilugio parlante.
A esto tan moderno se le llama eficiencia, otro palabro de moda
que, hasta para vender o alquilar un piso, hay que tener un “certificado de
eficiencia energética”, otro papel para dar por saco y crear más burocracia,
justo lo contrario que dice el Gobierno que va a hacer.
En lo de inventar frases son maestros ciruelas los políticos y los
tertulianos, ese neo-oficio de periodistas (comunicadores dicen) que saltan de
un plató a otro de la tele o de la radio desde que amanece hasta las tantas de
la madrugada, lavándonos el coco con monsergas de la más diversa actualidad,
pues lo mismo te lanzan una perorata de economía que de las virtudes cardinales,
aunque no sepan ni patata. Eso sí, todo hablado en tertulianés, su jerga
favorita, que da mucho porte pero nada parecido a la prosa y el vocabulario que
desarrolló Tertuliano, el escritor cristiano de finales del siglo II, con una esmerada educación en derecho,
filosofía y retórica, que pudo acuñar nuevas y cultas expresiones del lenguaje.
No
sé tú, pero yo opino que el dichoso tertulianés tiene mucho de pedante para que
parezca que quienes lo hablan son eruditos, cosa que casi nunca pasa. ¡Con lo
fácil que es hablar de forma sencilla! Mira
todo lo que se me viene a la memoria mientras te escribo.
Por
ejemplo, la palabra “entorno” la usan para decir “los
países de nuestro entorno” en vez de “los países limítrofes o cercanos”, y “entorno
familiar” en vez de familia, que es más fácil. Si el tema es de Economía y no sabes de
“Ingeniería financiera”, de “déficit asimétrico”, o de “crecimiento negativo” (toma
castaña) ¡tiembla! y no te quejes de que no llegas a fin de mes con la
pensión.
Si quisieras “hacer país”, que es memez supina de los políticos
para no decir España o nación, tendrías que hablar con alguna perla progresista
como estas: "hasta donde yo sé", "visto lo visto", "dicho
lo cual", "largo recorrido", "hondo calado", “ambicioso
proyecto”, “un antes y un después”, “sí o sí”, o “con la que está cayendo”.
Esta frase se está convirtiendo en muletilla nacional, tanto que creo que la
van a traducir al esperanto para conquistar el mundo.
Otro. A los políticos se les hace la boca agua con
“sostenibilidad” que, por si no lo sabes, debe ser el nuevo estado de un
sistema físico que, además de estar en equilibrio estable, inestable o indiferente
(como siempre), ahora está en “sostenible”. No te pierdas su carácter universal
porque ya no hay nada que no sea “sostenible” o susceptible de serlo. No dirás
que no es algo grandioso. Hasta el planeta Tierra es “sostenible” en la Galaxia.
¡Ay como falle el cable que lo sujeta!
Otra parida política es la de observatorio, nuevo ente para distraer
gastos. Sabes que existe el Observatorio Astronómico de Calar Alto en Almeria,
o el Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos en la isla La Palma en
Canarias, para observar las estrellas. Pues nuestras estrellas políticas han
ideado otros. Los hay de la mujer, de la violencia de género, del agua, de la
deuda, de la biodiversidad, de empleo estatal, de logística, de igualdad de
género, de la ecología y así hasta el infinito. Yo voy crear uno para
observarme la caída de la cana, la única que me queda. Tú crea el Observatorio
Robledillo Especial para ver si las gallinas del corral te engañan con otro
gallo.
Voy a ir terminando pero antes apunta una cosa más seria. Si alguien
te pregunta por tu perfil no te pongas de canto para que te mire y te haga una
foto, no. El “perfil” es lo que antes se llamaba biografía: datos personales,
académicos o profesionales. Luego lo llamaron historial, después curriculum y
ahora “perfil”, que parece una pintura de una mujer egipcia.
El uso de jergas grotescas no es nuevo. Cuando estudiaba en Madrid,
-años 60, sigo XX- en la zona de la calle Serrano se juntaban los niños y niñas
de familias bien que les dio por hablar en plan engolado y cursi. Creo que allí
nació lo de niños pijos. Entonces no había ese excesivo besuqueo que ahora se
estila, simplemente se daba la mano. Cuando los chicos llagaban con el coche de
papá para fardar, con aire petulante decían: “No os doy la mano porque apesta a
volante” y luego añadían “Vengo de tumbar la aguja en Perdices”, que se
traducía por salir de Madrid por la carretera de La Coruña y poner el coche a
100, que no daba para más. Yo tenía un compañero que tenía un Land Rover de los
antiguos con un parachoques delantero como una viga. Cuando nos invitaba a pasear
por Madrid, decía “Vamos a meter la viga”, o sea vamos a incordiar a los demás
coches para que se aparten porque temen la viga del Land Rover.
Como esta jerga da par mucha juerga, otro día más.