sábado, 22 de junio de 2013

Carta a Robledillo 22 de junio de 2013

Estimado Robledillo:

Hoy estoy un poco malhumorado porque llevo más de media hora al teléfono intentando una cita médica –en Hospital privado- pero me he rendido harto de oír la misma grabación, “Todos nuestros agentes están ocupados”, repetida doce veces, y sin poder concertar la cita. Como conozco el paño, sé que “todos los agentes” se reducen a una señorita que atiende el teléfono y a las visitas que van al hospital por diversos motivos. Con el paro que hay, en vez de poner otro agente como le llaman, el sistema coloca una trinchera tan moderna como poco eficiente.

Esto me recuerda que, hace cincuenta años, María, la telefonista que manejaba la centralita del pueblo cuando los teléfonos eran de manivela decía, “Hay demora”, frase que repetía como un loro cuando pedías una conferencia con el pueblo de al lado. Entonces podías desahogarte con la telefonista la larga espera, pero hoy no puedes regañar al dichoso artilugio parlante.

A esto tan moderno se le llama eficiencia, otro palabro de moda que, hasta para vender o alquilar un piso, hay que tener un “certificado de eficiencia energética”, otro papel para dar por saco y crear más burocracia, justo lo contrario que dice el Gobierno que va a hacer.

En lo de inventar frases son maestros ciruelas los políticos y los tertulianos, ese neo-oficio de periodistas (comunicadores dicen) que saltan de un plató a otro de la tele o de la radio desde que amanece hasta las tantas de la madrugada, lavándonos el coco con monsergas de la más diversa actualidad, pues lo mismo te lanzan una perorata de economía que de las virtudes cardinales, aunque no sepan ni patata. Eso sí, todo hablado en tertulianés, su jerga favorita, que da mucho porte pero nada parecido a la prosa y el vocabulario que desarrolló Tertuliano, el escritor cristiano de finales del siglo II, con una esmerada educación en derecho, filosofía y retórica, que pudo acuñar nuevas y cultas expresiones del lenguaje.

No sé tú, pero yo opino que el dichoso tertulianés tiene mucho de pedante para que parezca que quienes lo hablan son eruditos, cosa que casi nunca pasa. ¡Con lo fácil que es hablar de forma sencilla!  Mira todo lo que se me viene a la memoria mientras te escribo.

Por ejemplo, la palabra “entorno” la usan para decir “los países de nuestro entorno” en vez de “los países limítrofes o cercanos”, y “entorno familiar” en vez de familia, que es más fácil.  Si el tema es de Economía y no sabes de “Ingeniería financiera”, de “déficit asimétrico”, o de “crecimiento negativo” (toma castaña) ¡tiembla! y no te quejes de que no llegas a fin de mes con la pensión. 

Si quisieras “hacer país”, que es memez supina de los políticos para no decir España o nación, tendrías que hablar con alguna perla progresista como estas: "hasta donde yo sé", "visto lo visto", "dicho lo cual", "largo recorrido", "hondo calado", “ambicioso proyecto”, “un antes y un después”, “sí o sí”, o “con la que está cayendo”. Esta frase se está convirtiendo en muletilla nacional, tanto que creo que la van a traducir al esperanto para conquistar el mundo.

Otro. A los políticos se les hace la boca agua con “sostenibilidad” que, por si no lo sabes, debe ser el nuevo estado de un sistema físico que, además de estar en equilibrio estable, inestable o indiferente (como siempre), ahora está en “sostenible”. No te pierdas su carácter universal porque ya no hay nada que no sea “sostenible” o susceptible de serlo. No dirás que no es algo grandioso. Hasta el planeta Tierra es “sostenible” en la Galaxia. ¡Ay como falle el cable que lo sujeta!

Otra parida política es la de observatorio, nuevo ente para distraer gastos. Sabes que existe el Observatorio Astronómico de Calar Alto en Almeria, o el Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos en la isla La Palma en Canarias, para observar las estrellas. Pues nuestras estrellas políticas han ideado otros. Los hay de la mujer, de la violencia de género, del agua, de la deuda, de la biodiversidad, de empleo estatal, de logística, de igualdad de género, de la ecología y así hasta el infinito. Yo voy crear uno para observarme la caída de la cana, la única que me queda. Tú crea el Observatorio Robledillo Especial para ver si las gallinas del corral te engañan con otro gallo.

Voy a ir terminando pero antes apunta una cosa más seria. Si alguien te pregunta por tu perfil no te pongas de canto para que te mire y te haga una foto, no. El “perfil” es lo que antes se llamaba biografía: datos personales, académicos o profesionales. Luego lo llamaron historial, después curriculum y ahora “perfil”, que parece una pintura de una mujer egipcia.

El uso de jergas grotescas no es nuevo. Cuando estudiaba en Madrid, -años 60, sigo XX- en la zona de la calle Serrano se juntaban los niños y niñas de familias bien que les dio por hablar en plan engolado y cursi. Creo que allí nació lo de niños pijos. Entonces no había ese excesivo besuqueo que ahora se estila, simplemente se daba la mano. Cuando los chicos llagaban con el coche de papá para fardar, con aire petulante decían: “No os doy la mano porque apesta a volante” y luego añadían “Vengo de tumbar la aguja en Perdices”, que se traducía por salir de Madrid por la carretera de La Coruña y poner el coche a 100, que no daba para más. Yo tenía un compañero que tenía un Land Rover de los antiguos con un parachoques delantero como una viga. Cuando nos invitaba a pasear por Madrid, decía “Vamos a meter la viga”, o sea vamos a incordiar a los demás coches para que se aparten porque temen la viga del Land Rover.

Como esta jerga da par mucha juerga, otro día más.