domingo, 21 de octubre de 2012

Carta a Robledillo 21 de octubre de 2012

Estimado Robledillo:
Supongo que habrás oído la sandez de uno que dice ser portavoz de la Confederación de padres y madres de alumnos que, en la huelga de estudiantes de Secundaria de esta semana, le echa en cara al ministro de Educación que “no quiere volver a la escuela de los años 50”. Digo que menuda sandez, porque viendo la foto del tío ese no parece que viviera en aquellos años de nuestra infancia. Yo le diría, ¡qué más quisiera tener hoy en cualquier aula el grado de aplicación que tuvimos entonces!, los maestros para enseñar y nosotros para aprender.

En la escuela de Don Diego, mi maestro de aquellos años, aprendí Historia, Geografía, Lengua, Matemáticas, Religión, y todo estaba en una enciclopedia que no había que llevarse a casa para hacer deberes porque después de la clase nos íbamos a jugar. En la escuela, que a ese gachó no le gusta, me enseñaron muchos conocimientos que me sirvieron para el futuro, y, además,  aprendimos cortesía, buenos modales, o respeto, conductas que ahora están olvidadas.
Ahora los chicos cargan mochilas con libros, llevan deberes a casa, tienen ordenadores, y sin embargo están en la cola del mundo en saber y en educación. ¿Es eso lo que quiere mantener el sesudo portavoz de la Confederación? Pues menudo carrerón lleva: habrá más analfabetos.  
Pero esta semanita nos ha obsequiado, además, con una infamia, diría yo, de un tal Gómez. Este muchacho, del Psoe, ha acusado a los abuelos de los diputados del PP en la Asamblea de la Comunidad de Madrid de “robar a millones de españoles la infancia, y ahora ustedes, que son sus nietos les quieren robar la jubilación”. Se debía referir a actitudes de nuestros padres en la época de Franco sobre sus hijos, o sea nosotros. A este impresentable, cuyo segundo apellido es Franco, ¡qué cosas!, le contaría lo de mi infancia en la escuela de Don Diego, pero añadiría que mis padres trabajaron de sol a sol para que yo estudiase seis años de Bachillerato con dos reválidas y una carrera técnica de ocho años que me sirvió para trabajar sin parar más de cuarenta años en empresas españolas y después jubilarme. A mí nadie me robó la infancia ni me ha quitado la pensión de jubilación.
Esto lo sabes tú, pero al muchachito del Psoe, que acusa a quienes ya no pueden defenderse, hay que decirle el dicho ese de “que le falta un tornillo” y debía estar con camisa de fuerza.  
Verás que estoy rabioso porque veo que estos políticos tan de baja estofa, no solo irritan, sino que hacen daño a nosotros y a nuestros hijos, y cada vez vamos a peor.
Otro día estaré de mejor humor.