viernes, 24 de julio de 2015

Carta a Robledillo 24 de julio de 2015

Estimado Robledillo:

Una carta de nuestro amigo Antonio, el menor de los Ramblas, en la que me escribe de vuestro encuentro, con el botijo en ristre, me ha dejado con la miel en los labios, porque –dice- que en otro momento me hablará de Pedro Sánchez, el político lidereso made in camisa blanca, y eso me escama. No sé si Antonio, el menor etc. etc., quiere ilustrarse sobre el “prenda” este que quiere cambiar la Constitución para que España sea un estado federal -¡qué perra ha cogido el gachó!- que digo yo que, ya puestos y por el mismo precio, dé un paso más y puesto que una nave de la NASA ha llegado a Plutón, ¿por qué no un estado sideral, el sumun de los Estados, y que la ciudadanía pueda circular montado en `drones` inter-planetarios sin tasas aduaneras?. A eso me punto, ¡fuera fronteras planetarias!

A este mozo, de tan poco fuste y mucha labia, le diría una cosa y le pediría otra. Mira chaval, -le diría- nos pasamos la vida a bastonazos unos con otros por la (des)gracia de personajes de ombligo estrecho cuya única historia que conocen parece de mentirijillas. Oye guaperas con el federalismo ¿qué vas a arreglar? Deja en paz la Constitución y aprende a sacarle todo el jugo posible, como los franceses que llevan desde 1958 con el mismo Texto Legal, o los “indios” de USA que la tienen desde 1787 y se la saben de carrerilla. Y del Reino Unido ni te cuento: No tiene ninguna y maldita falta que le hace; solo tiene leyes, sentencias judiciales y formas de vida y tan felices.

Por si no me hace caso, que es lo que espero, le pediría una explicación de andar por casa para que los escasos de lustre, como tú y yo, entendamos del tirón las ganas de enredar que tiene, sin que esconda riesgos, aunque colijo que el ´cambio´ que haría (llevo oyendo esta palabra desde que en 1808 Daoiz y Velarde dijeron a los franchutes que de cambio nanay) sería la obligación de llevar camisa blanca y la abolición de la corbata, porque como lo demás no cuenta para nada, para que tocarlo. Eso sí, aumentaría la producción de camisas blancas, y así uniformados nos tomarían por camareros.

Otros que hacen de su capa un sayo, aunque sea con un retal, son los del bando opuesto. Para tener contento al personal han abierto la cueva del tesoro, han destapado el cofre del parné y se han puesto a repartir eurillos para que este verano tú y yo tengamos para dos “convidás” sin tener que pedirlas “fiao” en Ca´Juan. Si tu pensión sube 5 euros y con otros 5 de la mía, ya tenemos para una ración de boquerones en aceite.

Pero si con solo esto, que no es malo, los del bando opuesto creen que van a camelarse al personal, aviados están por muy temprano que se levanten. Un amiguete me ha dicho “menos números y más ideas”. Se le soltó la lengua y aclaró que si no espabilan y se ponen las pilas de los principios de humanismo cristiano, el fervor de los eurillos volará como el humo, porque muchos queremos más proximidad con el prójimo, más defensa del bien común, más justicia y menos regates a la Constitución y más firmeza que, con menos de cuarenta años, está como moza de buen ver. Si hacen esto, como dice el amiguete, yo me dejo de “drones” y monto en globo. O sea, que ahora toca ir al rescate del sentido común.

Y luego está el resto, el gremio de charlatanes de tópicos, algunos tan antiguos como el candil de aceite, que, con un par de palabros de uso obligatorio, “calidad y sostenible”, hablan como doctos en ciencia infusa, pero, o no dicen nada o solo obviedades, como lo del Programa de Impulso a la Construcción Sostenible de nuestros gerifaltes, que hay que ser gaznápiro. Oye, cuándo hiciste la casa donde vives desde hace cincuenta años, ¿la construiste sostenible o no? ¿O es que antes las casas no se sostenían? De lo que no dicen ni pio es lo insostenible que resultan los impuestos que pagamos por tener una vivienda “digna”, como dicen ahora, y no como el puente donde vivía Carpanta. También han reinventado el transporte sostenible, o sea la bicicleta, que era poco sostenible porque más de una vez me tiró por los suelos. Como no tenía frenos, para frenarla apretaba el pié sobre la cubierta y más de una vez metí la alpargata entre los radios, y zas ¡tierra! y desollón. Como la bici es de tiempos del dictador a lo mejor le aplican la Memoria Histérica y la quitan, y lo mismo podrían borrar la Seguridad Social y el tren Talgo, de la misma época, a poco que se les ocurra, aunque creo que lo que quieren es  resucitar a Franco para darle masculillo.

Como con la caló se ha salido la tinta del bolígrafo, otro día te contaré lo de las “nacionalidades hispánicas” a cuenta del cambio climático.

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