domingo, 12 de octubre de 2014

Carta a Robledillo 12 de octubre de 2014

Estimado Robledillo:

Hoy voy de copión que es como llamábamos a los que copiaban el examen del vecino del pupitre que, por no dar golpe, no se sabían la lección. Te digo esto porque voy a copiarte unos párrafos escritos por Ana de la Haza, una Defensora de la Vida, que con el título “El regalo de la vida”, he leído en una revista dominical.  

Merecen la pena porque vienen a cuento de la torpeza del Gobierno sobre el asunto del aborto que le van a llevar a una situación de riesgo político, además de que su presidente no se ha aplicado lo que dice el Proverbio: “Aleja de mi la falsedad y la mentira”. El escrito dice así:

«Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué estamos aquí, para qué estamos aquí y a quién debemos nuestra presencia en este planeta azul creado para la vida.

Nadie pueda dar a priori una respuesta fácil o acertada. Más allá de la configuración genética de todos los seres vivos y su colaboración natural a la multiplicación de las especies, todos llegamos a la vida con una misión, un bagaje único para cada uno de nosotros. Digamos que parecemos iguales, pero realmente todos y cada uno de nosotros somos diferentes al otro.

Esto me lleva a que el “Gran Alfarero” de la naturaleza nunca tiene que reproducir sus modelos porque su sabiduría es infinita. Igualmente el “Gran Alfarero” ha tenido la generosidad de dotarnos de inteligencia a fin de que disfrutemos de todos los bienes que ha puesto a nuestra disposición, para que los mejoremos y los repartamos adecuadamente.

Puede parecer un planteamiento simplista, da la sensación de ser color de rosa, pero el “Alfarero”, al hacernos inteligentes, también nos ha hecho libres. Producto de estos bienes ha surgido nuestro “yo” más íntimo, nuestra conciencia, resultado final de este soplo de vida primario, cuando quiso que nos pareciéramos a Él.

Mucho ha llovido desde la aparición del hombre en la tierra y mucha ha sido su evolución. Parece demasiado lejana la era de los primeros que poblaron el mundo pero, si se analiza con sosiego, hay muchas connotaciones que nos dicen que el regalo que se nos dio, la propia inteligencia, ha ido desfigurando el bien que el Supremo Hacedor quiso hacernos. Hemos tomado el regalo pensando que podemos hacer como Él. Acaba de nacer la soberbia en el hombre.

Con ella, abrazado a ella, viviendo con ella, desde el principio de los tiempos, el hombre, que fue una creación beneficiada de Dios, cambia la belleza de su conciencia por algo tan horrible como la soberbia, causa de grandes guerras y desgracias. Hoy, hasta se atreve a enmendar la plana a Dios, planificando la vida, dejando al libre albedrío incluso la posibilidad de impedir el nacimiento de seres ya gestados.

Qué duda cabe, la vida de un nonato es tan importante como la de cualquiera de nosotros. No puedo entender cómo se atenta contra algo tan sagrado como la vida de un ser que, además, no se puede defender.

En estos tiempos de soberbia, aliada a la falta de amor en que se ha instalado nuestra sociedad, se está permitiendo poner en peligro el concepto familia. Los hijos, que siempre han sido hijos del Amor, con esta falta de Amor se eliminan, y asunto resuelto.»

Ya me dirás qué te parece, si es que tienes algo de decir.

1 comentario:

  1. Antonio Rubio Fernándezjueves, 23 octubre, 2014

    Amigo Pepe: Poco cabe añadir a las palabras de Ana de la Haza. Seguramente, por ese pecado de soberbia que, atinadamente, dice ser corolario de la incertidumbre del ser humano ante su propia inteligencia, las cosas de este mundo nuestro van como van.
    Hace unos días, en un tertulia, hablando del tema del ébola y el debate suscitado ante la orden judicial de sacrificar al perro mascota de la enfermera contagiada –y vaya por delante que yo no entro ni salgo en la cuestión, ya que para mí la decisión del juez, que presumo precisa, ponderada, informada y, por ende, atinada, porque si no partimos de esta base entonces “apaga y vámonos”, es de “Roma ha hablado, la cuestión está cerrada”–, alegando uno de los contertulios, contrario por supuesto al sacrificio del animal, diversas razones para no llegar a esa situación entre las que destacaba una ingente recogida de firmas, dio pie para que otra contertulia se lamentara ante el desequilibrio entre esta recogida de firmas y otra que en su día se realizó para evitar la muerte de los nonatos, es decir, contra el aborto.
    No sé, no puedo saber, para qué sirvió el alegato de esta señora, pero a mí me dejó muy triste.
    El último párrafo de la cita de esta señora que traes a colación, sencillamente estremecedor. Es difícil comprender cómo los seres humanos hemos llegado hasta aquí.
    Por lo que respecta a la postura de los políticos ante el tema, nada de extraño tiene. El ser así lo llevan en su adeene, algo que se ha agudizado en los últimos tiempos; gente mediocre y ramplona, que toma las decisiones a golpe de encuesta –que suele fluctuar, por otra parte, más que el péndulo de un reloj de pared–. Pero estos señores, que no confunden la ética con la estética –pues son para ellos dos conceptos exóticos– no se andan con muchas cavilaciones, y si hoy piensan que una postura les va a dar catorce votos más…, ¿qué quieres que te diga?..., “la duda ofende”.
    Además, dice mi amigo el Cascales –porque uno también tiene sus amistades– que “de esta forma y de un plumazo, el mandamás de turno se ha quitado de en medio un ley que nunca quiso y un potencial enemigo en las altas esferas. Habida cuenta que con una simple infracción de tráfico “ha borrao del mapa” al otro incordio con forma de señora eficiente, es de suponer que en su casa, más de una tarde, se ha merendado chocolate con churros”.
    Habrá excepciones, que “de todo tiene la viña del Señor”, pero a mí me parece que la “casta” tiene más, mucha más morralla –en su sentido estricto– que otra cosa.
    El futuro, como cantaba el genial malagueño, es bastante oscuro, aunque no se trabaje en el carbón.
    Es lo que piensa tu amigo Antonio, el menor del Ramblas.

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