Hablan en la tele, y no paran, de una ola de calor, la primera del verano,
y lo explican con mapas de colores amarillos, naranjas y rojos para molestar al
prójimo que somos tú y yo con el invento de las alertas, que es lo más moderno
que despachan en la tienda del clima, ahora llamado climatología que farda más.
Recordarás que mi primer empleo fue en Sevilla y en el primer mes abril, cuando
me quejaba de “la caló”, los sevillanos decían, “Ya verá usté en julio y
agosto” (entonces se hablaba con el usted por delante), “ya será menos, pensaba
yo”, y ¡vaya si lo vi y lo sudé! Entonces, lo mismito que ahora, hacían 40º a
la sombra (“de los pinos”, dice la canción) y Écija, con tantas torres como casas,
era la sartén de Andalucía, pero con el botijo a mano se pasaba el verano, que es
estación con el horno de leña a tope en el hemisferio norte desde que Sol empezó
hacer de Sol. A los gachós de la matraca de las alertas los ponía yo a segar de
sol a sol como hacían mis abuelos en el campo para que vieran lo que es hartarse
de calor.
Quien entiende bien eso de no pasar calor son los nuevos lidereses políticos
Pedro Sánchez, el guapo que le dicen,-buen mozo-; y Pablo Iglesias, pablemos
que lo llaman otros, de peor hechura. Los dos visten camisas remangadas de
colores claros para hacer la política del “lava más blanco” sonrisa incluida, procurando
no manchar su impoluta camisa. De esta guisa estos nuevos apóstoles, que no
creen en San Pedro y San Pablo, “venden” un futuro paradisiaco, no el Edén de
Adán y Eva en el que no creen, ni el de las Huríes de Mahoma, que tampoco
creen, sino el de Alexis Tsipras, -otro de camisa blanca- junto al Partenón
griego, si antes no se les cae, pues anda algo desmejorado. Prometen que habrá calderilla
para todos, abanicos para el verano, braseros de cisco para el invierno, coches
de gasógeno, patatas asadas en el horno de la Herminia, sardinas de la Prisca,
leche de cabra, pan candeal, películas toleradas, garbanzos torraos, alpargatas
de cáñamo y polos de limón para los más pobres. Todo a base de una economía
basada en la moneda única, el real, invento patrio, dejando el euro y demás
gaitas para la Merkel, que con su pan se lo coma. ¿A qué te suena todo esto?
Sigue leyendo. Hace tres años unos tíos de cabezas privilegiadas y muy
premiados ellos, auguraron que España
estaba al borde del rescate, vaya que estaríamos como hoy la Grecia del Syriza,
el partido gemelo del Podemos, el que tú llamas “chiripa”. Siendo de mentes tan
lúcidas, los muy doctos ni se acercaron a Madrid, que a lo mejor no saben dónde
cae, y lanzaron sus conjeturas derrotistas desde mucho más allá de los
Pirineos. Como los tales ignoran como se las gasta el macho ibérico cuando ve
los cuernos al toro, -con capote de grana y oro- y están pez en lo de “meter la pata hasta el
corvejón”, sus proclamas resultaron tan equivocadas como Judas cuando cambió la
seda por el percal. Los pobrecillos metieron el remo hasta la entrepierna.
Resulta que uno que venía del Noroeste con chaqueta y corbata, un gallego
más soseras que un saco de croquetas liquidas (made in Ferrán Adrià), de
discurso ovejuno, sin pizca de gracia pero un tío de hincar los codos, y con
los pies en la arena del ruedo ibérico, ha conseguido doblar el pulso a los
reputados agoreros de diagnósticos tan fantasmas como ellos, y mira por donde
ahora estamos con las maletas a punto de vacaciones con dinerillo fresco en la
cartera, sin más preocupación de lucir moreno de playa a la vuelta. Dirás que
lo del gallego ha sido a costa de nuestro bolsillo, vale y muchos lo habrán
pasado mal, pero esto prospera y que siga así no sea que venga uno de los
nuevos caudillos con su odio a espuertas, sus rebajas y su paraíso de
chichinabo y lo estropee.
Verás que me ha salido una carta “a la griega”. Será que he pillado un
virus tertulianitis en la tele, ese sitio de las gachises del tiempo moviéndose
como maestras antiguas en la pizarra para decirte que en verano hace una caló
sofocante y asfixiante. Y hasta cobran por eso.
Espero verte pronto para tomarnos unas cañas en Ca´Juan, pero cada uno paga
una ronda.